lunes, 11 de junio de 2018

PAC , D-E

[dámene]. V. ne.

demba. Campo llano, de buena tierra, propio para el trigo (ordio, hordio) y en las proximidades del pueblo. 


derretíu 14. Lardo, manteca del cerdo.


desatascarse. Soltar, bajar los pantalones y calzoncillos para el acto de la
defecación 15. Ver posturas para cagar

desingallar. Modificar, en la herrería, las azadas con ayuda de fragua y martillo.
Martell


despeño. Diarrea, vientre movido, ligero. Se dice de los niños, principalmente.

desvezar. Dejar de dar de mamar a los niños de pecho. No desveces a o crío mientras no faiga frío indica lo peligroso que es dar alimentos a los niños en verano si tienen pocos meses. ver desvezado refiere a un animal, ternasco por ejemplo.
día par totro. Un día sí y otro no, días alternos.
dica. Hacia. Dica arriba, dica abajo, hacia arriba, hacia abajo. ver enta
[dílene]. V. ne.
[dinés]. V. furtainés.
doliquera. Madriguera de conejos. Por extensión, la cama o habitación donde
duermen o están algunos niños, hermanos.
dondiar. Ir de un lado a otro sin misión ni dirección fija; pasear, andar de aquí
para allá; dar vueltas por la casa, por las calles del pueblo.
embolicar. Envolver cosas en un pañuelo, periódico, tela, etc. / hacerse la picha un lío , m'hay fet la sigala un embolic :) / embolicá , embolico, emboliques, embolique , emboliquém o embolicám , emboliquéu o embolicáu , embolíquen ,
embolic


en,
en vídenos, en ficiemos, en estorrocemos, en fícenos. Vimos de aquello,

hicimos de aquello, deslizamos, tiramos de aquello. Se usa mucho la partícula en delante de los tiempos verbales. En comprón, en trujon, compraron,
trajeron. / ne vam comprá , ne vam portá, ne vam vore, ne vam fé ..

encenegado, encenegarse. Obsesionado, empeñado en una cosa; tozudez, insistencia, empeño, ceguedad por una idea, por una persona, etc.


[encenegarse]. V. encenegado. / no t'ensenegos, lo chapurriau no es catalá


encensallo, incensallo. Yerba, paja, madera, papel... algo seco y fácilmente combustible para encender el fuego, una hoguera, etc.

enchervedir. Aterirse, estar medio helado; tener las manos sin movimientos y los dedos dormidos, insensibles, por el frío. Tener as manos como ganchos de enchervedidas, es decir, no poder hacer nada con ellas a causa del frío. / carpit, carpides

[encorrer]. V. enrestir y garrampla. / encorre an algú, perseguí , normalmén an alguna.


[enfalcar]. V. zaborras.


engalzar. Correr tras una persona, animal, cosa (pelota, piedra, aro...). Encorrer / acassá, encórre

engrucia. Ansia, apetito desordenado, sin modales.


enjaguar. Pasar por agua limpia y fría las ropas lavadas o las vajillas fregadas

con agua caliente, jabón o lejía. Tiene analogías con enjuagar.
enrejada. Herida que hace la reja (rella) del arado (aladre) en las patas traseras de las caballerías cuando se ara.

enreligar. Atar burdamente una cosa con tallos vegetales flexibles y largos, como mimbres, vetiqueras, sargas, etc.


enrestir. Acometer, perseguir (lo n’ ristió). Se dice, sobre todo, de los bueyes
furos que acometen o encorren a personas o animales. / embestir 

[enronar]. V. tramullar.


entiparráu. Indigesto, ahíto.


entivocar. Equivocar. No m’entivoques; s’entivoca pa’ su comenencia, se
equivoca en provecho propio, etc. Como Arturo Quintana y Font en su aragonés residual del bajo valle del Mezquín, más mezquino que Arturico hay pocos, quizás su pupilo Ignacio Sorolla Vidal.


entrega. Sacar a entrega de una carta, saber leer y escribir una carta; entender
qué se dice en una carta familiar y sencilla. / algo fácil para un notario pero no para la gente común.

envasador. Embudo. / embut , embutí, embutíxgo, embutíxes, embutíx,
embutím, embutíu, embutíxen


[envescadas]. V. pod.

enzurizar. Encolerizarse; hacer reñir dos perros, perro y gato, etc. No tiene aquí
la acepción de Borao. Ver zuriza

[esbachocar]. V. bachocas.


esbafar - Perder aroma y color un líquido, sobre todo vinos y licores, si están

destapados. Aquí no significa evaporación, como indica Borao en su Diccionario. / se usa con las bebidas gaseosas / esbafá, esbrafá, esbafat, esbrafat

esbarrarse. Separarse de un camino o senda para entrar en un campo, en un pueblo, en una casa. ¡S’esbarren!, ¡dejen el camino y entren! No tiene la acepción que indica Borao sino la que queda indicada aquí. Hablar sin tino ni juicio. / esbarrás un animal, espantás, asustás, esbarrejá


esbolligar. Moverse al nacer; dar señales de vida, de existencia y de vigilia al

nacer, al volver de un ataque, de un sueño... Se dice más de animales, sobre
todo de aves.

esbotar. Abrir un depósito; dar salida al agua de una balsa para regar.


esbriznar. Desgranarse los cereales y legumbres al recolectarlos, si están muy

secos y más si hace calor; deshacerse una cosa en la boca o en las manos
fácilmente. / brizna

escagarzo. Flora acuática; muscíneas y talofitas, verdes, filamentosas, que cubren las piedras de un río, en verano sobre todo. / escagarsat, un conill, cagat, sen moren mols cuan se escagarsen. De una persona, cagat de temó. 


escantillar. Empezar una cosa; gastar algo de una cantidad, de un billete sobre

todo. No lo escantilles..., no lo cambies para pagar unos céntimos.

escañarse. Entrar en la laringe, al comer o beber, alguna porción sólida o líquida; toser y pasar mal rato por el pequeño accidente. S’ascañau, es decir, se le ha íu por mal lau. / s'ha escañat, yo me escaño, escañes, escañe, escañem, escañeu, escañen , tamé se diu encaná, te encanarás si veus tan depressa.


escaño. Especie de camilla para recoger los cadáveres de los campos, caminos, sierras, etc. / si te pica el morgaño (furigañ ?) ve preparando el escaño.


escarramanchons, a. Montar a la americana; poner, al ir sobre una caballería,

una pierna a cada lado de la montura. Se dice de las mujeres que van así a
caballo, pues los hombres montan así naturalmente; a horcajadas. O caballo
a’scarramanchóns. / escamarrat , escarramat

escatizar. Avivar el fuego desprendiendo de los troncos la parte encendida para sacar la brasa. / escalivá , escalivat, escalivada, de caliu


[escoba de variar]. V. variar. / varear ?


escolaneta. Morcilla hecha con la parte más ancha del intestino grueso de un cerdo.


escolano. Acólito, el que ayuda a misa, y, además, tuno, pillo, vivo, engañador. / escolanet , monaguillo


esconjurador. Un sitio alto, cerca de la iglesia, desde cuyo punto el sacerdote

bendice los campos y conjura las tormentas el día 3 de mayo, o cuando una
tormenta se avecina y se teme que traiga mal agua (que apedree).

escotolar. Rascarse; moverse indicando molestia y nerviosidad por llevar manchanza (prisa). / no estás coto, quieto, no tartí

escrebas. Pico, residuo de una cantidad, de una cuenta, de un pago; as crabas. / escudors

esforigar. Remover, revolver, hacer hoyos en tierra o en el estiércol los cerdos
con el morro. / relasionat: forigañ, furigañ, forigó

esfuriar. Ahuyentar, amenazar, tratar mal a animales; a veces también se aplica a personas en sentido de despedir. / de furo ?

esgarrapaizo. Escarbadura, tierra removida con las patas de conejos, gallinas,
perros, etc. / esgarrapadís

eslampar. Escapar corriendo. Eslampa d’astí, fuy d’astí..., vete, corre, marcha de ahí... / escampá, escampo, escampes, escampe, escampém o escampám, escampéu o escampáu, escámpen

esmo. Conocimiento. Perder el esmo, perder el conocimiento. / pédre l´esma, l´esmo

esmolar.
Afilar. Piedra d’esmolar, piedra de afilar. / esmolá , esmolo, esmoles, esmole, esmolém o esmolám, esmoléu o esmoláu, esmólen , lo esmolet





esnapar. Desgajar, romper. S’esnapó una rama, se desgajó, se rompió la rama.

esparvero. Gavilán. / esparvé (Cernícalo primilla, gavilucho, mícale, chigre, esparvero, cequelín, xoriguer petit, lagarteiro das torres, buxarello, xoriguer menut, naumann belatza.)



espazar. Terminar de llover. Ya espaza (yas’paza), ya para de llover; generalmente se refiere a las lluvias de temporal.


espedos. Espetos, asadores. Aquí siempre se usa en plural.


espercallo. Flaco, delgaducho, alto y delgado; el de salud en precario y enfermizo siempre. / com arguellat


espernarse. Realizar largas caminatas; andar por terreno muy quebrado (andurriales y vericuetos).


espináis. Espinacas. / espinac , espinacs


esquilla. Cencerro. / esquella , esquelles, esquelleta, esquellot, esquellotada


estapencia. Nada, cosa, mica, miaja. Allí no quedó ni una estapencia. En Borao

se lee estopencia.  / estopeng, estopenc , estopenca , jasco
esterlo. Animal que ha perdido su pareja; el macho o hembra sin su hembra o
macho. Se dice de animales y bestias mayores.

estirazo. Soporte de un tronco bifurcado de un árbol. Se ponen dos o tres travesaños de rama a rama (de tronco a tronco) y se carga de piedras para arrastrarlas de un lado a otro.


estomaciáu. Manejado, blando, resobado, tocotiáu.


estorrozarse. Caerse, deslizarse por márgenes, terraplenes, declives, etc. / baixá per un terré.



estozarse. Despeñarse, caerse de cabeza. / estossolás , 
estossolá / yo me estossolo, estossoles, estossole, estossolem o estossolám , estossoleu o estossolau , estossolen


estrapalucio. Ruido, alboroto, desorden; caída de cajas, aperos, vajilla... y el ruido que produce todo eso. / estrapalussi , estrapaluci


estricallar. Echado a perder; estado lastimoso de una persona, cosa, cosecha,

etc. Qu’estricalláu está iche moced, iche güerto, icha olivera, etc.

estrinque. Una cadena que llevan los carros pesados para facilitar el ponerlos en posición normal, si vuelcan.


estrucia. Astucia; ingenio, habilidad, intuición.


esvolastriar. Aletear cuando está herida grave cualquier ave y no puede volar o, sin estar herida, no tiene libertad para el vuelo. / com les perdius que se teníen a casa, o lo perdigacho de Pedro J. Bel Caldú

PAC , C

cacherulo. Pañuelo de seda que ata la cabeza de los hombres que todavía visten el traje típico. Borao dice cachirulo; en esta zona jamás se ha llamado así.

cachigo. Roble, cajico, árbol corpulento, de madera fuerte, más alto que la encina.
cachiguiza. Arbusto de roble (cachigo).

cacinglo. Especie de anilla o semicírculo de madera de litonero que se pone en
el extremo de la cincha de una soga de carga para que corra mejor la cuerda
y se ate más fuertemente lo cargado sobre los lomos de las bestias.
[cadieras]. V. palluza.
cagaletas. Excremento suelto, en bolitas, de cabras, carneros, conejos, ovejas…; cosa pequeña que tenga esa forma. Ejemplo: judías, olivas… como cagaletas. / Conguitos
caganiedo. El pájaro más pequeño, menos desarrollado, menos vestido de plu-
mas de un nido cualquiera; el que abandona el último el nido. Por extensión,
el menor de los hermanos.
cal, cale, caleba... caldrá. No tienes que…, no tenía que…, no tendrás que…,
etc. No te cal ir, no le cale ir, no le caleba venir, no te caldrá fer cosa ya…
[calciador]. V. calz.
calcillas. Medias de estambre puro sin pie. Es prenda masculina. Se sujetan con una derivación que pasa por el tercio inferior de la planta del pie, dejando libre el talón.
[caldrá]. V. cal.
[cale]. V. cal.
[caleba]. V. cal.
calitre. Caletre, talento, agudeza.
calivo. Rescoldo.
calz. Coz. Macho calciador, macho guito, espantadizo.
camal, camals. Tronco, troncos derivados del principal, del tallo grueso de los
árboles; ramas muy gruesas (como a pierna) de un árbol. Hay árboles que no
tienen camales. Las ramas no son camales, según la versión de Borao.
camilera. Cinta o cuerda que hace veces de liga. Los niños la llevan (y muchas
mujeres) de vetas de hiladillo.
camuesa. Variedad de pera que no sea de agua. En masculino , camueso ,es despectivo, es ofensa leve a un hombre, análoga a tonto, pazguato, etc.
[cancillos]. V. rasa.
canso. El ojo de las agujas de coser.
caperucho. Capricho, hacer su voluntad.
caramuello. Muy lleno, que sube, que rebasa los bordes. Lo que se mide sin radedor, especialmente cereales, legumbres, olivas, etc.; montón sobre la unidad fanega, almud, etc.; menisco convergente en un vaso lleno con cuidado
para que quepa más.
carne fuida. Quiste, ganglio, bulto duro y permanente muscular.
carraciar. Racimar, recoger en las viñas, después de haber vendimiado, los
pequeños racimos adventicios que se dejaron entre las hojas, ignorados, o
voluntariamente, por ser agrios.
carracleta 10. Sencillo ingenio hecho con una cáscara de nuez, un hilo en varias vueltas y un palito para producir una musiquilla con los dedos de una mano mientras se sujeta con la otra.
carrasquizos. Arbustos, tallos derivados de carrascas (encinas).
cascabelicos. Una clase de ciruelas pequeñas, moradas. Se conservan mucho
tiempo envueltas en papel; con estas envolturas se hacen sartas o rosarios de
cergüellos que se van consumiendo en el invierno.
catenazo. Pesado, antipático, molesto, atrevido (adjetivo para despreciar a uno).
No se usa nunca en femenino.
catrinalla. Niños en tropel, muchos hijos, chicos en libertad.
cenojo. Planta, yerba mondonguera. No tiene, muy al contrario, las propiedades que el Diccionario indica para el hinojo sobre olor, sabor y color.
centenero. Extremo del hilo, algodón, lana, lino, etc., de una madeja. Madeja sin
centenero, confusión, lío, desorden.
ceprén, a ceprén. Hacer una fuerza, una labor, poniendo la herramienta, generalmente una azada, en palanca de primer género.
cergüello. Ciruela.
[cerolera]. V. cerolla. / serba
cerolla, cerollera. Acerola; cerolera.
[cerollera]. V. cerolla.
cerrino. Tozudo, obstinado, ciego, encenegáu.
cervero. Planta gramínea, semejante al esparto; al lastón también se parece.
chacilón. Cama o lecho de un jabalí o de los cerdos que están por los campos,
fuera de sus zolles.
chalfego. Disnea, cansancio, jadeo.
chanca. Muleta para cojos.
chapada. Jugar a la pelota volviéndola con el brazo derecho en dirección horizontal, no de sobaquillo. Bofetada es un chapazo.
[chapazo]. V. chapada.
charinga. Jeringa, bomba aspirante-impelente que los chicos hacen toscamente con cañas (palos y cáñamo para émbolos) y arrojan agua a las caretas o disfraces para Carnaval.
chartiquiar. Cortar, quemar, limpiar de zarzas una acequia, una margen, etc.
chavesque. Agua por el suelo de una habitación, pisarla y extenderla ensucián-
dola; barrillo en calles y patios, cuadras y corrales.
[chelato]. V. chelo.
chelo, chelato. Hielo.
chesanco. Porción petrificada de yeso procedente de derribos y desprendimien-
tos; también se dice techanco.
chica, a la. Juego de naipes. Se juega cuatro, seis y ocho jugadores, en dos ban-
dos; el cinco de oros es la chica; la chica y dos reyes es la mayor flor del jue-
go; la chica y dos figuras es flor grande; la chica y dos de un palo, tres car-
tas de un palo son flores más pequeñas. Es juego de envite; se dan tres cartas
a cada jugador; se juegan uno, dos... jarros de vino. La flor y el vino y vente
pases truco... dice alborozado el jugador que tiene la mayor flor.
china chana. Andar despacio, pasear, andar con cuidado.
[chinebrera]. V. chinebro.
chinebro, chinebrera. Enebro; arbustos de esa planta conífera. / chinebre , ginebre , La Ginebrosa
chinflaina. Plato, almuerzo de gran gusto hecho con intestinos, sangre, hígado,
harina (en salsa), menudo, picadillo de cordero.
chirar. Girar, dar vuelta; revolver, curiosear.
chireta. Porción de estómago de una res, cogida en forma de saco o bolsa, llena de arroz, sangre, trozos de intestino, hígado, etc.
chiricueta. El líquido no cuajado, el residuo de la fabricación casera del queso
montañés.
chitar. Echar, sacar, tirar; chita, chita más..., echa más, dame más, saca más;
chite, chite, qu’astí se l’eu quedaría..., eche, que ahí lo dejaré. Acostarse.
[cholla]. V. chollazo.
chollada. Golpe en la cara con el revés de la mano.
chollazo. Bofetón; cholla, colla, grupo de gente 11.
chordiga. Ortiga. Por comparación se dice amorosa como as chordigas a la persona ingrata, poco tratable, esquiva, muy adusta.
chordo. Papera; bultos en el cuello.
choven. Joven, jóvenes; el joven, los jóvenes.
chuelo. Trampa para cazar perdices. Especie de cajón o agujero con puerta o
techo de una madera en balancín que se abre al pisar y se cierra cuando la
perdiz u otro animal ha caído al fondo.
11. La cursiva de cholla, colla es nuestra. Tal como Arnal presenta los datos puede interpretarse que chollazo tiene también el sentido de ‘cholla, colla, grupo de gente’, pero es cierto que en ocasiones introduce una palabra distinta, con su definición, en el interior de una entrada. En todo caso parece establecerse una equivalencia entre cholla y colla: mientras que colla cuenta con abundante bibliografía con este sentido y el mismo Vocabulario la incluye, las acepciones habituales de cholla son ‘trozo de carne’ o, coincidiendo con el castellano, ‘cabeza’. Andolz opta por mantener solo el significado ‘bofetón’ para chollazo y, por otra parte cholla y colla como ‘grupo de gente’ en Alquézar; Rohlfs da cabida a chollazo ‘bofetón’ y a colla ‘grupo’, mientras que para cholla ofrece las acepciones corrientes. / chulla , tall de carn de la cuixa
[chupido]. V. chupíu.
chupíu, chupido 12. Muy mojado.
ciazo. Cedazo.
cienmelicera. Cosa de poca resistencia, débil, enfermiza, delgada, frágil.
cillo. Atmósfera, nubes, nublado, presagio de lluvia o de tormenta por un punto
lejano del horizonte; calina, neblina.
cimbeled. Campanita; címbalo de la R. A.
cleta. Valla, puerta de listones y cuairones, o de troncos poco gruesos para impedir el paso de caballerías y ganados.
cocullada. Cogullada.
coculo. Tallo comestible de los ajos. Más parece una hoja modificada en una prolongación cilíndrica de 20, 30 o más cm. Partida de monte en Alquézar.
colla. Grupo de personas, generalmente los hijos numerosos si van o están reunidos.
[comprón]. V. en.
comunada. Prestación personal; trabajar en común varios vecinos en caminos,
ríos, etc., en provecho de todo el pueblo.
[conchetero]. V. concho.
concho, conchetero. Exclamación de sorpresa y de contrariedad. Atrevido, travieso, desobediente; se dice a los chicos principalmente.
contornadura. Acción de revolver la mies para trillar mejor, para ponerla toda
bajo la acción de los trillos.
coral. Guindilla, pimiento muy picante. Aquí no se conoce la palabra coralina,
que indica Borao.
corretroncos. Pájaro trepador por los troncos de los árboles para cazar insectos.
corte. Cuchillo, navaja. Se le da este nombre al instrumento, al objeto: dame un
corte, es decir, dame un cuchillo, dame una navaja. Algunas veces equivale
a tajo, cortada.
cosa. No, nada, miaja, mica. No tengo cosa, cosa t’e traíu de Balbastro, no teneba cosa pa’ dale.
coscollera. Matorral de arbustos de coscojo.
costera. Pequeña sierra, estribaciones de montañas y sierras en las proximidades de los pueblos montañeses. Casi siempre sirven para paso de ganado y estancia; suele ser terreno pedregoso, estéril, muy inclinado, de roca viva a veces 13. coy. Travieso, atrevido, desobediente; exclamación equivalente a ya verás si voy; amenaza.
12. En el Vocabulario, chupín, chupido.
13. Es más extensa esta descripción que la de Refranes, donde se lee ‘pequeña sierra, estribaciones de montañas y sierras en las proximidades de los pueblos montañeses. Casi siempre sirven para paso’; la ausencia de punto final en esa obra hace pensar que quedó incompleta.
craba. Cabra. Tiene además el significado de juego para quedarse el vencedor el residuo de una cuenta o la cantidad que no se repartió por olvido o por poco
importante; se suelen jugar as crabas al guiñote, a la chica, a una carta de la
baraja, etc.
crebazas. Grietas en las manos por el frío, trabajo duro, sabañones, suciedad, etc.; grietas en los pechos. / cribasses , cribassa
cresáu. Querado, comido por la carcoma.
crespillo. Hoja de borraja ahogada en una mezcla de huevo, azúcar y harina fri-
ta en aceite. Es postre obligado el día de la Virgen de Marzo, día 25 (día de
la Anunciación).
crosta. Corteza de pan, de tocino; sangre y pus y suciedad solidificados en una
herida, un grano, etc.
crosto. Muy lleno, cargado. Teneba a cara como un crosto (llena de granos); as
oliveras están como un crosto (cargadas de fruto, etc.).
crostón. Trozo de pan en que hay mucha corteza o canto.
cuacar. No me cuaca, no me gusta, no me convence, no me conviene, no quiero. / no me chauche
[cuairones]. V. cleta.
[cuatrón]. V. marguinazo.
cubillar. Poner el tejado en una obra en construcción.
cuco. Gusano, insecto; gusano de seda, de plagas, etc. Cucos de seda, cucos d’as coles, cucos de forno, cucos d’as patatas, etc.
cuezo. Cuenco.
culiar. Mover sacos, llenándolos, para que quepa más harina, patatas, nabos, etc.; apretar.
culiestro. Calostro.

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PAC , B

bachocas. La vaina de algunas legumbres, sobre todo de las alubias, habas y garbanzos; el hombre descuidado, llanote, buenazo y de genio contrario a toda
preocupación y cuidado. Esbachocar. Desgranar judías.

baguereta. Cuerda, liza corta, peso resistente. V. vaguereta.
bajes. Caballerías, especialmente mulas, machos y asnos de gran alzada. Se usa casi siempre en plural: dar de comer a os bajes; ir a abrevar a os bajes.
balled. El pequeño cauce, señalado y limitado con piedras salientes, que hay en
las calles.
ballo. Caudal de agua como de una regadura, que recorre calles del pueblo para regar huertos, fajetas, olivares próximos, etc.
balsurriana. Baile montañés a punta y tacón, poco usado, poco bailado ya.
bandiar. Voltear las campanas.
banzo. Bazo. Levantar o banzo, respirar con dificultad, disnea, chalfego. Morir
de banzo (del bazo) el ganado. Carbunco; mal grano en las personas, ántrax.
barfulaire. Simple, poco serio, hablador, sucio (despectivo); hombre poco agradable y atrevido.
barraca. Árboles, arbustos, especialmente olivos y encinas, y unas ramas de pino para ocultar a uno o más hombres, dispuesto todo para cazar, con reclamos y liga (vesque), tordas y pájaros. Barracón. El sitio, conjunto de ramas de pino bien dispuestas, en la barraca, para estar en acecho el cazador; pared en redondeo, de piedras, para cazar, oculto entre ellas, el cazador con reclamo de perdiz.
[barracón]. V. barraca. / pub de Queretes , aon va cridá una nit de festa Paco de la Marisol de Beseit "foc a la barraca !"
barrasca. El armazón, la ramilla de los racimos después de haber quitado las uvas.
barreño. Orinal, jofaina.
barrustas 7. El que anda, habla, grita, corre, se mueve sin seriedad ni ritmo, sino haciendo alarde de libertad, de zafiedad y mal gusto.
[baruca]. V. baruquero.
baruquero. Bullanguero, vehemente, impulsivo; hablador, atropellado y alborotador. Baruca. Bullanga, gritos, desorden y alboroto; alegría tumultuosa y ruidosa.
basemia 8. Manía, idea, alucinación, locura, creencia de una cosa inexistente;
temor infundado, preocupación.
batalero, batalera. Lo que está muy abierto, especialmente balcón, ventana o puerta.
batallo. Badajo.
batán. Paliza.
bel, bella, bellas. Alguno, alguna, algunas. No se usa la forma bello, que indica
Borao. Bella cosa significa mucho, muchos, muchas. Bella cosa de hombres,
de niños, muchos hombres, muchos niños.
beletóns. Muscíneas que se crían en paredes húmedas, sin sol; plantas ásperas al tacto y de tallos débiles.
bellacosa. Mucho, mucha, muchos, muchas. Bellacosa de zagals han veníu hoy
ta plaza.
belulo. Masa que se cuece en el horno, en poco rato, en forma cilíndrica y gruesa.
[besque]. V. vesque. / visc , muérdago
betiquera. Planta de largos tallos rastreros que sirven para iniciar en el fumar a
todos los chicos de esa zona. Se cortan los tallos, se secan y se fuman esos
puros; se usan también para atar, para ligazones, como mimbres, por su elasticidad y consistencia. V. también vetiquera.
bico. Para dirigirse a los burros. Bico, ¡choo!, para hacer que se detenga en su
marcha.
billota. Bellota.
binza. Tendón, aponeurosis, carne dura.
birolla. Juerga, fiesta, solaz y regodeo.
[bis, bis, bis]. V. llamar a animales.
[bisaltos]. V. lulo.
bocheta (judías de). Judías redondas, blancas, con una manchita amarilla. Se
cultivan sin necesidad de palos o tutores porque sus tallos o hilos tienen poca
altura; judías sin empalar.
[bochornera]. V. falaguera.
bodillo. Intestino.  / algo que ver con el botillo de La Bañeza, León ?
bofo, -a. Hueco, huero; semilla seca (simia), agusanada, vacía.
[boira]. V. morriar a boira.
bombolón. Mariposa o moscardón.
borde, borda. Hospiciano.
borfollo. Piel, envoltura, pericarpio de las uvas, de los granos de uva.
borina. Juerga, borrachera, animación.
borra. Yemas de la vid; botones de las hojas y frutos que han de aparecer.
borras. Lo que queda después del cardado de lana, lino o cáñamo; fibras sueltas, finísimas, suaves, en montón no aprovechable para ser hilado ni tejido;
algodón suelto. Si te casas con pelaire, no te faltará borra en o puchero.
borrón. Filosa; residuos, mezcla de fibras después del rastrillado y peinado del cáñamo; fibras de calidad inferior, revueltas, unidas a troncos de tallo, nudos, etc.
botanas. Lo más hondo de los cubos, estanques, balsas o depósitos de agua de los molinos para moler el trigo; la salida del agua por las tajaderas para mover las turbinas. Saber nadar en as botanas es la prueba más difícil del nadador, por el peligro de que el remolino lo trague hasta el fondo; se echa en as botanas, atrevido, valiente, nadador consumado.
botiga, botiguero. Tienda; tendero. A las farmacias (no hay una en todos estos
pueblos) se las llama boticas.
[botiguero]. V. botiga.
brecas. Palos de senera (madera muy dura) en forma de agujas grandes, como
de unos 15 o 20 cm, para juntar y sujetar los extremos de mandiles y sábanas llenos de paja, mies, heno, etc., y ser conducidos o transportados más fácilmente.
[brenda]. V. o, a, os, as.
briáns. Herpes, granosidades en la piel.
briján. Dícese del hombre listo, ingenioso, advertido.
brivar. Podar árboles, remoldar.
brochina. Viento frío, generalmente acompañado de ventisca, llovizna fría, niebla, etc.

bucho. Boj. / boix

buco. Macho cabrío, boque. / bock en alemán, Bockdamm

bufa. Ventosidad que el oído no puede advertir, pero sí el olfato.

burricáus 9. Despectivo de burro. Asnos viejos, pequeños, mal cuidados, sucios.

burrumbada. Locura, impulsividad, vehemencia, corazonada. / barrumbada de aigua, riada

busca. Partícula, cosa, trocito pequeñísimo que se pone entre el globo del ojo y el párpado. Solo tiene esa acepción si estorba o hace daño en dicho órgano:
m’ha entráu, m’ha caíu una busca en l’ojo. Borao dice ‘mota’; aquí no tiene ese significado tan genérico.


chapurriau

PAC , A

a, as, o, os. La, las, el, los, artículos determinantes. As llaves d’os güertos, las
llaves de los huertos.
a manta. Mucho, mucha.
[abocador]. V. jubo.
abocinar. Poner a uno boca abajo (lo abocinó), ponerle la cara pegada al suelo
sujetándole la cabeza.
abuquecer. Entregar al macho cabrío (buco) las hembras; tomarlas el macho
(abuquecerlas).
acabacasas. Gastador, dilapidador, manirroto.
acapizar. Echarse uno sobre otro con ánimo de derribarlo en riña o lucha. Aquí
tiene más amplia significación que la que indica Borao.
aceto. Áspero, astringente, avinagrado, ácido; manchas en los cuchillos por cortar frutas verdes y acetas, rubinoso. / aceto balsámico
achapecer. Dar alcance el perro galgo a la liebre que persigue.
acocharse. Agacharse, ponerse en cuclillas.
acoflar, acoflarse. Sentarse en holgazanería. Se acoflan o culo y a charrar güenas horas.
aconortarse. Consolarse. No se puede aconortar, no se puede consolar.
acoplador 6. Cinturón de cuero para sujetar los pantalones.
acotraciáu. Mal o bien acotraciáu, mal o bien arreglado, generalmente mal; mal
arreglado, mal vestido, mal dispuesta una cosa.
aflamar. Agostarse, secarse, perderse una cosecha por el calor y la sequía.
aguaderas. Desvíos en los caminos para que, cuando llueve, entre el agua en los campos, sobre todo en los olivares. Güelve as aguaderas si quieres llenar
aceiteras. / aigüera , aigüeres
aguatillo. Entrada de agua.
agullada. Aguijón; trozo de la punta de un clavo puesto en el extremo de un palo largo, como de unos dos metros, para aguijonear, estimular, conducir y dirigir la pareja de bueyes.
ahitado, -a. Desvanecido. Cuando una persona padece una lipotimia, un pequeño ataque nervioso, etc., sobre todo si hay dolor de cabeza; no tiene nada que ver con la comida, poca o mucha.
ajaceite. Ajolio, mezcla de huevo, aceite, ajos y patata bien cocida y deshecha
hasta formar una pasta compacta y consistente, agitando y removiendo largo
rato.
6. En Refranes figura así; en el Vocabulario ponía acojilador, palabra que ha pasado, por ejemplo, al diccionario de Andolz.
ajarriero. Condimento, plato de cena hecho con bacalao y patata, ajoarriero.
alaced, alacetes. Cimiento; cimientos de una pared, de una casa.
alaiga. Hormiga con alas. Se emplea para cazar a pingued.
albardín. Anea, cuca, planta acuática de hojas y tallo espadiformes, de nerviación paralela. Secas las hojas se emplean para hacer asientos en las sillas de madera y de albardín.
alborzas. Fruto de los madroños.
alfonsar. Hacer en terrenos de regadío, especialmente, una labor de azada más profunda que con arado de desfonde y que con una vertedera cualquiera. Tal vez se alfonse hasta 40, 50 o más centímetros; también se alfonsa el terreno que se va a destinar a viña. / afoná , esfonsar català
algurín. Algorín, depósito para poner las aceitunas en los tornos o molinos para
que se amaseguen antes de molerlas.
aliróns. Escaramujo. / picaesquenes
aloda. Alondra.
alticamarse. Inmutarse. No s’alticamó guaire, o miaja, no se molestó, no se
inmutó nada, o por nada.
amallatar. Descansar el ganado, durante las horas de calor, en la sombra de árboles, cuevas, etc. Por extensión, siesta de los trabajadores en lugar de sombra y fresco.
amanar. Acercar, ir al lado de otro. Amánateme, ven a mi lado, junto a mí, al
alcance de la mano.
amasegar. Enmohecerse, descomponerse, fermentar las aceitunas en los algurines para que echen el agua que llevan si se cogieron en días húmedos o lluviosos; formar pasta de olivas antes de molerlas.
ambosta. Cantidad, lo que cabe en el hueco de las dos manos juntas. Zarpadeta es casi sinónimo.
amesurar. Cosechar, tener, medir frutos del campo. Amesuran mucho trigo en
icha casa. El que agua atura, aceite amesura, es decir, que tiene olivas el que
riega los olivos, el que tiene las aguaderas vueltas siempre para aprovechar
el agua de la lluvia de los caminos.
amorosiar. Tratar bien, con mimo, con caricias y cuidados a los animales domésticos. / amorós , amorosa
apedecar. Enterrar, enronar; acodillar sarmientos de vid; enterrar un cadáver,
causar la muerte a uno y, por lo tanto, su enterramiento. Este invierno, ¡cuántos en apedecará!, ¡a cuántos matará!
apretador. Cotilla, corsé con ballenas.
¡áraba! No lo creo; no; lo dificulto o lo creo casi imposible. Áraba que l’en diga,
no esperes que se lo diga.
[arañóns]. V. jazco.
argados. Armazón, tejido de mimbre que se coloca sobre los lomos de una caballería para llevar cuatro cántaros de agua, generalmente, o para conducir frutos del campo en sus cuatro depósitos, dos a cada costado de la bestia de carga; anganillas, angarillas.
argüello. Enfermizo, delgaducho. Aquí no se dice arguello, sino que se pronun-
cia el diptongo ue; no tiene, tampoco, los otros significados que señala Borao.
arizón. Una variedad muy notable de aulaga, o aliaga, en forma de gigantesco
erizo. Se parece a un cono de poca altura, de ancha base circular y de una frondosidad espinosa muy grande. / arissó
arnal. Colmenar, abejar.
articas. Pequeños espacios de terreno cultivado entre rocas y precipicios, de acceso peligroso y difícil.
arto. Arbusto, espino blanco.
asina. Así, de esta manera. / aixina , aissina
[astí]. V. ta par d’astí, ta par d’allí.
astiván. Ahí, ahí mismo, cerca, ahí delante... / astí aván , aquí daván
aturar. Embalsar, detener el curso del agua en pequeños regatiellos. Además tiene los significados que indica Jerónimo Borao en su Diccionario de voces
aragonesas. El que agua atura, aceite amesura.
[aveza]. V. tuerta.
azogue. El que no puede parar; inquieto, nervioso, inconstante.

Pedro Arnal Cavero

Pedro Arnal Cavero , pdf , aragonés

Vocabulario del alto-aragonés (de Alquézar y pueblos próximos) , descargar pdf desde el siguiente link :

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2993952&orden=215373&info=link

El original consta de 32 páginas (27, si descontamos las 5 primeras que contienen el título y los datos editoriales) y no va precedido de ningún tipo de presentación, explicación o información complementaria; cuenta con 538 entradas, algunas de las cuales incluyen más de una palabra.

Tras su aparición, fue objeto de algunas reseñas. Francisco Ynduráin (AFA, II (1947), p. 236) publicó una no muy favorable en la que lamentaba las graves erratas que contenía el vocabulario, a la vez que expresaba sus deseos de que el autor realizara otro más extenso y sistemático, en el que podrían caber, incluso, unas notas etimológicas.

Creía que deberían haberse suprimido algunas voces no regionales;
destacaba el interés de algunos rasgos fonéticos e, incluso, morfológicos, reflejados en los vocablos recopilados, y apreciaba especialmente la garantía de autenticidad.
También Heinrich Lausberg se ocupó de esta obra en el número 70 (año 1954) de la Zeitschrift für Romanische Philologie (pp. 127-128), el mismo en el que incluyó las realizadas a dos trabajos de Manuel Alvar (Toponimia del alto valle
del río Aragón y El habla del Campo de Jaca), a la Contribución al Vocabulario aragonés moderno de Antonio Badía y, en relación al dominio leonés, a El habla de Mérida y sus cercanías, de Alonso Zamora Vicente, y El habla de la Cabrera Alta. Contribución al estudio del dialecto leonés, de María Concepción Casado Lobato; trataba positivamente el glosario de Arnal Cavero, valoraba en las definiciones la atención al detalle y a los aspectos folclóricos y etnográficos, se fijaba en algunas de las palabras y en las soluciones fonéticas
que presentaban y daba cuenta, así mismo, de un caso en el que se
rompía la ordenación alfabética.

Debemos tener en cuenta la época en la que se realizó este vocabulario y también los objetivos que su autor pretendía alcanzar; de esta manera intentaremos evitar un juicio excesivamente severo para un trabajo que, desde la perspectiva actual, adolece de graves defectos, carece de rigor y ha sido elaborado sin técnica lexicográfica alguna: se encuentran errores de ordenación, no se dan marcas gramaticales, el tipo de definición varía y el uso de los signos tipográficos tampoco resulta uniforme. Cabría aplicarle consideraciones análogas a las realizadas por Aliaga en relación al Vocabulario del dialecto que se habla en la Alta Ribagorza de Vicente Ferraz (Madrid,
1934), con el que guarda notables coincidencias; deberíamos también encuadrarlo en el tipo de diccionario etnográfico, «cuyas soluciones técnicas pertenecen a la lexicografía practicada en España hasta principios del siglo XVIII, en aspectos tales como la ausencia de indicación de la categoría gramatical o la introducción de todo tipo de verbos-cópula».

El vocabulario se articula en forma alfabética, con algunos errores en la ordenación. La entrada da cuenta en ocasiones de la variación de género, tanto para adjetivos (bofo, -a) como para algunos sustantivos (iña, iñor) y de la alternancia singular/plural, especialmente interesante cuando supone cambio fonético (alaced, alacetes) o muestra la característica formación aragonesa (camal, camals), reflejada también en entradas que se presentan únicamente en plural (aliróns); a veces refleja, incluso, variaciones fonéticas (chupíu, chupido; encensallo, incensallo). Son muchas las dobles entradas en las que aparecen una palabra primitiva y su derivado (botiga, botiguero; figa,
figón; tocho, tochazo) o dos voces pertenecientes a la misma familia
léxica (chelo, chelato; patantoniar, patantonizo; tamborinada, tamborinazo), aunque no siempre las definiciones dan cuenta de ambos lexemas, y en algún caso se incluyen palabras sinónimas, separadas por un punto y coma (roñoso, a; rubinoso, a, aunque rubinoso consta también de manera independiente en el lugar que le corresponde).

Quiso Arnal Cavero mostrar determinados elementos gramaticales (por ejemplo, los diminutivos, como cimbeled, goted), que a veces intercala en su vocabulario de una manera que hoy resulta chocante:

así podemos observar entradas como cal, cale, caleba... caldrá; fez,
hez; puesto, quiesto, agrupando distintas formas conjugadas de un
mismo verbo o tipos morfológicos similares de verbos diferentes; puede verse el paradigma completo del demostrativo (iche, icha, ichos, ichas) y el del artículo, en este caso ubicado en dos lugares (a, as, o, os; o, a, os, as). También el pronombre adverbial derivado de INDE, vivo todavía hoy en las hablas aragonesas, se encuentra en este repertorio con ejemplos de uso; figura, por una parte, como entrada en, envídenos, en ficiemos, en estorrocemos, en fícenos y, por otra, ne (en cuyo interior constan los ejemplos tráineme, dámene, dílene); en el lugar correspondiente aparece, además, la entrada tráimene, traine, m’en trairás. En ocasiones es una locución o una frase hecha lo que directamente se ofrece (piz, piz, tordoliz; salir o portal) o una extraña llamar a animales, en la que figuran diversas expresiones con las que el hombre se dirige a distintos animales. Unas pocas voces están incluidas en el interior de otra entrada; así ocurre con esbachocar (s. v. bachoca), baruca (s. v. baruquero) o barracón (s. v. barraca).

Las definiciones no responden, como ya se ha indicado, a un único modelo y carecen de sistematicidad; presentan, además, en algún caso falta de correspondencia entre la categoría gramatical y la acepción o acepciones propuestas (véase, por ejemplo, aceto, banzo). Pueden incorporar dialectalismos; así, en la definición de algurín se lee amaseguen, forma conjugada del verbo amasegar que también tiene cabida en el vocabulario, cosa que no ocurre en otros casos como querado (s. v. cresáu) o cajico (s. v. cachigo), más comunes en nuestra región. Se acompañan en ocasiones de extensas explicaciones (como en ahitado, a: desvanecido; cuando una persona padece una lipotimia, un pequeño ataque nervioso, etc., sobre todo si hay dolor de cabeza. No tiene nada que ver con la comida, poca o mucha).

Introduce también el autor observaciones en relación con propuestas de Borao (acapizar, argüello), pone ejemplos de uso (as llaves d’os güertos;
se acoflan o culo y a charrar güenas horas) o reproduce dichos populares (güelve as aguaderas si quieres llenar aceiteras), a veces comentados: el que agua atura, aceite amesura, «es decir, que tiene olivas el que riega los olivos, el que tiene las aguaderías vueltas siempre para aprovechar el agua de la lluvia de los caminos». / aigüera
Se trata, en definitiva, de un vocabulario hijo de su tiempo y de la inquietud de Arnal Cavero por dar a conocer el habla de un pequeño territorio que le era bien conocido y querido; no pueden negarse las notables deficiencias que presenta, no resueltas del todo en repertorios dialectales posteriores, pero a la vez tiene un valor indudable puesto que nos proporciona unos datos acopiados de manera directa en la primera mitad del siglo XX, con información léxica, fonética, morfosintáctica e, incluso, etnográfica, y que pueden ser útiles para los interesados por la filología aragonesa, razón por la que hemos

querido recuperarlo en esta revista.

REFRANES, DICHOS, MAZADAS... EN EL SOMONTANO Y MONTAÑA
OSCENSE

Cuando unos años más tarde publicó su libro Refranes, Dichos, Mazadas... en el Somontano y montaña oscense incluyó nuevamente el vocabulario, con ciertas correcciones, con nuevas entradas y con una breve nota que contiene algunas explicaciones acerca de sus características; su objetivo es facilitar «al lector la interpretación de muchas palabras desconocidas, si no es aragonés, y somontanésmontañés» y —reconoce el autor— no se trata de una obra en la que deba buscarse rigor científico sino una humilde recopilación de palabras no encontradas en el Diccionario de Voces aragonesas de Jerónimo Borao ni en otros repertorios.
Los cambios observados en ningún caso afectan a aspectos esenciales de la estructura del vocabulario, que se incrementa con un puñado de palabras: alzar, amolar, atacarse, bardiar, brocero, brodio, burzada, calamonáu, cascabillo, contornillo, cresto, charada, chimiaizo, esbotar as narices, espirallar, fuesa, galvana, liedrera, mantornar, pilma, quera, recantillo, rocero, roperacho, runflada, salagón, sinconisión, tornallo, tovo, trafuca y trafucar.

Se observa un nuevo criterio, más regular, aunque no completamente homogéneo, en el uso de la cursiva o las comillas. Mayor importancia tienen algunas sustituciones de palabras que en el texto anterior presentaban errores; así constan ahora acoplador (por acojilador), barrustas (por barnista), basemia (por bascucia), burricáus (por burricáns), carracleta (por carragleta), chupíu (por chupín), derretíu (por derretín), esbafar (por esbajar), rechirar (por rechisar), tresbatir (por trebatir), tal como indicaremos en cada momento en el texto que a continuación se reproduce.

Se corrigen fallos de ordenación alfabética, aunque persiste la mala colocación de algunas palabras e, incluso, en alguna ocasión una voz se mantiene como estaba y se repite, con algún cambio en la definición, en el lugar que le corresponde (desatascarse, escrebas).

Por lo general no hay modificaciones significativas en las definiciones; corrige erratas evidentes, mejora algunas de ellas (como escantillar), efectúa alguna pequeña sustitución, por lo general acertada, aunque no siempre (parecía, por ejemplo, mejor el significado ‘manchas en los cuchillos por cortar frutas verdes y acetas’ que ‘manchas en los cuchillos para cortar frutas verdes y acetas’ para el adjetivo aceto); añade, a veces, un sinónimo (por ejemplo tiónel viejo soltero, o soltero viejo...’ pasa a ser ‘el viejo soltero, o soltero viejo..., cresto’ o garza ‘urraca’ se convierte en ‘urraca, picaraza’, ejemplos ambos en los que da cabida a un nuevo regionalismo; o incorpora alguna nueva acepción (como en batán ‘bataneo de mantas’ y ‘paliza’ o botanas, término para el que añade ‘polea, garrucha delgada de madera para obturar agujeros en odres o boticos’).

El vocabulario que sirve de complemento a Refranes, Dichos, Mazadas... en el Somontano y la montaña oscense es, pues, absoluto continuador del aparecido en 1944, con algunas correcciones y adiciones —tal como indica el propio Arnal Cavero—, con unos objetivos muy concretos y sin ningún tipo de avance en la técnica lexicográfica empleada.

CRITERIOS DE ESTA EDICIÓN

Hemos preferido reproducir en este Archivo de Filología Aragonesa el texto publicado en 1944, dado que la versión que acompaña al libro citado es de más fácil acceso por contar con la edición facsímil mencionada. Se ha respetado básicamente la obra original, aunque se han llevado aquellas entradas que estaban mal ordenadas al lugar que alfabéticamente les correspondía y se han colocado ch y ll dentro de la c y la l, respectivamente; se han corregido errores tipográficos evidentes, se ha regularizado la acentuación y se ha sistematizado el uso de los signos de puntuación, de cursivas y "comillas".

Por otro lado, algunas de las erratas que se habían deslizado en el vocabulario afectaban a los lemas propuestos, lo que había originado la presencia de auténticas palabras fantasma —algunas de las cuales fueron señaladas en la mencionada reseña de Ynduráin— y corregidas por el autor en la versión de los Refranes, que han pasado a repertorios posteriores, como los realizados por Andolz y Rohlfs; en este caso hemos optado por introducir la forma correcta, aunque para mantener la fidelidad al original y a las condiciones en que se presentó, se indica en nota la variante eliminada.

Hemos añadido, además, nuevas entradas —que señalamos entre corchetes, con remisión a la voz correspondiente— para dar cuenta de aquellos términos que no figuraban como primer elemento en la entrada (casos como puesto, quiesto) o que carecían de entrada propia (esbachocar se incluye s. v. bachoca); nos ha parecido oportuno hacer lo mismo con aquellas palabras aragonesas que se utilizan en las definiciones del autor, vayan o no acompañadas de su equivalente castellano (abocador, brenda, bisaltos; encorrer, tajaderas) y, finalmente, se marca la remisión en las ocasiones en las que una misma voz figura con b y con v (besque / vesque, betiquera / vetiquera, baguereta / vaguereta).

Rosa María Castañer Martín

Léxico Arnal A

Alquézar (Alquezra en aragonés)​ es un municipio de la comarca Somontano de Barbastro, en la Provincia de Huesca, Comunidad Autónoma de Aragón, España.
Pedro Arnal Cavero , un maestro que apenas Pedro se llamaba

Autores: Víctor-Manuel Juan Borroy
Editores: Barbastro (Huesca) : Centro de Estudios del Somontano de Barbastro, 1998
Año de publicación: 1998
País: España
Idioma: español
ISBN: 84-923912-0-0
http://www.unizar.es/cce/vjuan/pedro_arnal_cavero.htm
Refranes, Dichos, Mazadas. En El Somontano Y Montaña Oscense (Temas)

ARAGÓN EN ALTO

Por los Seres Indefensos , Sociedad Aragonesa de Protección a los Animales y Plantas

Aragón de las tierras altas.
Somontano en alto: Escritos (1946-1959) e inéditos (Biblioteca de las Lenguas de Aragón)

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FENDO A PAROLA. Premio Arnal Cavero 1998

Pedro Arnal Cavero
Víctor M. Juan Borroy

A nadie sorprendió que aquel joven, siendo el nieto del maestro de Huerta de Vero y el hijo de quien fue durante décadas maestro de Alquézar, decidiera estudiar magisterio. Los tres –el abuelo, el padre y el nieto- amaban la tierra, el paisaje y a las gentes del somontano. Pedro Arnal Cavero (Belver de Cinca, 12 de marzo de 1884 - Zaragoza, 27 de abril de 1962), nació en el pueblo donde su padre ejercía de maestro, pero muy pronto se trasladó a Alquézar y allí participó en las romerías, en los días de celebración como o cabo d'año o as fogueras de San Fabián. Escuchó centenares de historias, de leyendas y de cuentos que los mayores desgranaban en las noches de nevada, sentados en la cadiera, alrededor del fuego.

Arnal simultaneó los estudios de bachillerato y de magisterio en Huesca. Tras aprobar las oposiciones, obtuvo destino en Artajona (Navarra). Allí conoció a Delfina Arambillet, con quien se casaría unos años más tarde. Tras una breve estancia en la escuela aneja a la Normal de maestros de Teruel, le fue adjudicada, en 1910, la escuela de la plaza de Santa Marta de Zaragoza. En 1911, formó parte del primer grupo de maestros españoles a quienes la Junta para Ampliación de Estudios pensionó para que conocieran el funcionamiento y la organización de las principales instituciones educativas de Francia y Bélgica. Por eso, a su vuelta, ensayó algunas de las iniciativas que tanto le impresionaron durante su visita a las escuelas de estos dos países, pronunció conferencias en las que relataba lo esencial de su viaje, y firmó decenas de artículos en la prensa sobre todo lo que podría hacerse en las escuelas de Aragón para aproximarlas a lo que ya se estaba haciendo en las de Europa. En 1921 fue nombrado director del grupo escolar de la plaza de Santa Marta. En 1929, se hizo cargo de la dirección de la escuela que Zaragoza levantó en memoria de Joaquín Costa. Pedro Arnal Cavero dirigió este Grupo Escolar durante los primeros veinticinco años de su funcionamiento, hasta que se jubiló en 1954, siendo el número uno en el escalafón de los maestros españoles.

Junto a su proyección pedagógica, fácilmente se descubre la dimensión ciudadana del director de la escuela Costa, quien colaboró en Montañeros de Aragón, en la Sociedad Aragonesa de Protección a los Animales y Plantas, en el Sindicato de Iniciativa y Propaganda de Aragón (SIPA), en el Ateneo o en la Institución Fernando el Católico. Además fue un incansable publicista que escribió asiduamente en varias revistas profesionales, especialmente en La Escuela Española, El Magisterio de Aragón y La Educación. Mención especial merece la fecunda relación que se estableció entre este maestro y Heraldo de Aragón, donde publicó su primer artículo en 1912 y, el último, unos días antes de su fallecimiento en la primavera de 1962. En sus artículos en la prensa local, se ocupó del somontano, de la montaña, de las costumbres y tradiciones. También fue el encargado de recordar a los lectores, cada febrero, el aniversario del fallecimiento de Joaquín Costa.

Su obra

Aunque la terrible guerra civil sumió a este maestro en un profundo silencio pedagógico, ya había escrito, antes de aquella vergonzosa tragedia, varios libros de temática educativa. El primero de ellos, la Cartilla Aragón, impreso en los años veinte en Zaragoza, conoció varias ediciones. También se hicieron dos ediciones de Lecturas (Zaragoza, 1923 y 1927), un delicioso librito ilustrado con los dibujos de los niños de la escuela de la plaza de Santa Marta. La prestigiosa editorial Dalmau Carles publicó Lecturas Estimulantes (Gerona, 1932), un libro muy apropiado para los niños que iniciaban el aprendizaje de la lectura. Asimismo redactó el texto que acompañaba a unas ilustraciones de Luis Mallafré para el cuaderno de geografía aragonesa titulado Apuntes de Geografía. Aragón, (Barcelona, 1936). En el archivo de Pedro Arnal Cavero se conserva Guía de Juventudes, un libro de lecturas para los chicos de los últimos grados de la escuela primaria que no llegó a publicarse.
Por otra parte, trabajó por conservar y recuperar una herencia antropológica, cultural y lingüística que corría el riesgo de perderse. Fue, como él mismo confesaba, andariego y navesante porque en Huesca, decía Arnal, aunque no tenemos mar, vivimos navesando: andando, corriendo, subiendo, trepando... por sendas y vericuetos de las montañas y de los bosques ásperos. Arnal Cavero reivindicó el paisaje, y defendió la necesidad de preservar las costumbres y tradiciones, el vocabulario, los refranes, etc.

Así lo hizo en libros como Aragón en Alto. La montaña, el Somontano, la tierra baja (Zaragoza, 1940), en Aragón de las tierras altas (Zaragoza, 1955), en Vocabulario del Alto-aragonés (Alquézar y pueblos próximos) (Madrid, 1944) o en Refranes, dichos, mazadas... en el Somontano y montaña oscense (Zaragoza, 1953).

Los discípulos de don Pedro recopilaron una serie de artículos periodísticos escritos por su maestro, y editaron un grueso volumen misceláneo titulado Del ambiente y de la vida (Zaragoza, 1952).

Arnal Cavero formó parte, desde su creación en 1919, de la Sociedad Aragonesa de Protección a los Animales y Plantas donde realizó una notable labor divulgativa como puede comprobarse en el libro Por los seres indefensos (Zaragoza, 1960).
La puesta en marcha de un gran grupo escolar.

Además de sus frecuentes artículos en la prensa pedagógica aragonesa, Pedro Arnal colaboró en la Revista de Pedagogía, fundada en Madrid en 1922 por Lorenzo Luzuriaga, inspector vinculado a la Institución Libre de Enseñanza. La Revista de Pedagogía fue el órgano de introducción y difusión de los principios de la Escuela Nueva, y la publicación periódica más importante de las primeras décadas del siglo XX, tanto por la entidad de sus colaboradores como por la modernidad de sus contenidos. La colaboración de Arnal en la Revista de Pedagogía se inició con un trabajo titulado “Los cuadernos escolares” (junio, 1926) en el que exponía las ventajas de su uso y expresaba el convencimiento de que se convertirían en un medio idóneo para transformar la antigua escuela, verbalista y árida, libresca y rutinaria, en una escuela moderna, agradable, alegre, reflexiva y educadora. Dos años más tarde, dedicó un artículo a “La escuela activa y la actividad extraescolar” (junio, 1928). En colaboración con Francisco del Olmo Barrios, encargado del laboratorio Psicotécnico de Orientación Profesional de Zaragoza, firmó un artículo titulado “Contribución al estudio de la personalidad según el método del Dr. Mira” (septiembre, 1930), basado en los resultados de una investigación realizada con los niños de la escuela Costa. En “La selección del Magisterio. Sugerencias de los Cursillos” (octubre, 1932) se mostraba muy crítico con el procedimiento ensayado durante la II República para sustituir a las clásicas oposiciones. Para finalizar, en junio de 1936, relató en “La puesta en marcha de un gran grupo escolar” la organización del Grupo Escolar Joaquín Costa de Zaragoza y la ilusión que despertó en los niños y en los maestros formar parte de aquélla activa comunidad educativa.

Desde que en 1923 el arquitecto Miguel Ángel Navarro anunció en la prensa las líneas esenciales del futuro edificio dedicado a Joaquín Costa, Pedro Arnal hizo sugerencias en artículos y conferencias sobre lo que debería ser esa escuela. Entre otras cosas, recomendaba que se diera a conocer el proyecto a la ciudadanía; que se cuidara del mismo modo el patio de recreo que los espacios destinados a las aulas; que se seleccionase rigurosamente al profesorado que allí iba a trabajar; que la escuela contara con dependencias como laboratorios, biblioteca o despacho para el médico, exigidas por la moderna pedagogía; que se diseñaran minuciosamente los programas que iban a impartirse; que se estableciera un reglamento de funcionamiento que guiara a niños y maestros, o que se eliminara del entorno de la escuela todo aquello que pudiera perturbar el desarrollo educativo de los niños. Insistía en que lo más importante no era el edificio, sino el grupo de maestros y de niños que en él iban a convivir porque el Grupo Escolar Joaquín Costa era, fundamentalmente, un gran grupo humano, una treintena de maestros y más de mil quinientos alumnos.
En el artículo publicado en la célebre Revista de Pedagogía en junio de 1936 se aprecia el talante que Arnal quiso imprimir a esta escuela, y que de manera precisa se resume en el texto que copiaron los alumnos: “Niños, este edificio hermoso y grande es vuestra escuela y es vuestra casa (…)”.“La puesta en marcha de un gran grupo escolar” refleja bien el optimismo pedagógico de una época, la importancia que tenía la escuela en la construcción de una sociedad más justa, la confianza que este maestro depositó en el trabajo basado en la libertad y en la responsabilidad. Arnal quería que el Grupo Escolar Joaquín Costa fuera una escuela abierta a la comunidad, que pudiera ser utilizada durante todo el año para aprovechar los patios de recreo, la biblioteca o el salón de actos. Además, pretendía implicar a los niños –y a los maestros- en la gestión de la escuela organizando comisiones –algunas de ellas mixtas- que se encargaban, por ejemplo, de recoger el material de enseñanza; de arreglar las bicicletas y los balones; de recortar de los periódicos y de las revistas toda la información que pudiera resultar útil para la escuela; de recoger el pan sobrante del comedor para dar de comer a los gorrines; de cuidar las flores y los pequeños árboles; de recoger las piedras del campo de fútbol; de colocar la pantalla, instalar el aparato de radio o de poner la máquina cinematográfica en el salón de actos.

Respecto a los principios pedagógicos que alentaban el trabajo de los maestros y de los alumnos del Costa, sorprende gratamente que ya se trabajara según el método de proyectos, y que se tomara el referente de la moderna escuela de Winnetka (EEUU) –Arnal decía que se carteaba con un colaborador de Carleton Washburne, el director de aquella escuela experimental de Chicago-. En 1936, los niños proyectaban un viaje de fin de curso a San Juan de la Peña y a Canfranc que sería la ocasión propicia para trabajar muchos contenidos, porque eran los propios alumnos quienes calculaban el precio del viaje, trazaban el itinerario, levantaban mapas, estudiaban la fauna y la flora, etc. Aquel viaje sería el pretexto ideal para abordar algunos asuntos relacionados con Huesca, con los Mallos de Riglos, con el pantano de Arguis, con la repoblación forestal, con las aduanas, con las pistas de Candanchú o con las fábricas y hornos de aluminio de Santa María y Sabiñánigo. Además, Arnal citaba en su artículo, junto a Freud y Adler, a algunos de los más significativos representantes de la Escuela Nueva como Cousinet, Kilpatrick o Claparède. El funcionamiento del Grupo Escolar Joaquín Costa descrito por Arnal Cavero en este artículo se aleja definitivamente de la escuela que hizo de la imposición, la memorización, la rutina y la repetición los ejes básicos de la actividad escolar.

Pedro Arnal Cavero era el director de la escuela Costa, el apasionado cronista del somontano, el colaborador durante cincuenta años de Heraldo de Aragón, el maestro que todas las primaveras acudía con un grupo de niños de la escuela a los pinares de Torrero para matar la procesionaria. Es cierto que recibió grandes muestras de reconocimiento entre las que podemos destacar la medalla de plata de la ciudad de Zaragoza; que se diera su nombre a algunas calles (en Zaragoza, en Huesca y en Alquézar), a una biblioteca infantil, a un puente que une las dos orillas del Canal Imperial de Aragón a su paso por los pinares de Venecia, a un colegio público y, más recientemente, al premio que otorga el Gobierno de Aragón a las obras escritas en aragonés. Dos homenajes honrarían especialmente a este maestro: ser nombrado, tras su jubilación, en el Boletín Oficial del Estado, director honorífico del Grupo Escolar Joaquín Costa, y que Alquézar le distinguiera con la consideración de Hijo Adoptivo.

Y coincidiendo con el 75 aniversario de la inauguración del Grupo Escolar Joaquín Costa, el espléndido salón de actos de esta escuela se llamará, a partir de ahora, por acuerdo del Consejo Escolar del Centro, Pedro Arnal Cavero. La memoria siempre se deposita en palabras que, en esta ocasión, sirven para recordar el trabajo reposado y generoso de un maestro.
José Luis Aliaga, «Observaciones sobre lexicografía aragonesa. (A propósito de los vocabularios benasqueses de Ferraz y Ballarín y del diccionario de Aragüés)», en Arnal, M.ª Luisa y Javier Giralt
(eds.), Actas del I Encuentro «Villa de Benasque» sobre Lenguas y Culturas pirenaicas, Zaragoza, DGA, 1997,