miércoles, 2 de septiembre de 2020

Pregonero

Mareee per quéeee lo pareeee va matáaaaa al pregoneeeeeroooo ?


pregonero, pregoné, pregó, pregoná

Verbo pregoná

Yo pregono
tú pregones
ell pregone
natros pregonam o pregonem
vatros pregonau o pregoneu
ells pregonen.

Yo pregonaría, 
pregonaríes
pregonaríe
pregonaríem
pregonaríeu
pregonaríen

pregonat, pregonada

//

pregó, pregóns



Carmen Alcover, lameculos de Arturico Quintanilla y Fuente, la risa de la gente

https://www.elperiodicodearagon.com/noticias/opinion/artur-quintana_438214.html (el periódico de Catalunya en Aragón)

Carmen Alcover, lameculos de Arturo Quinta Font

Basta con abrir la Gran Enciclopedia Aragonesa (en qué página tontalaba?) para darse cuenta de que Artur Quintana hace tres décadas escribía ya sobre temas aragoneses y estaba comprometido con la regeneración de esta tierra. Si no nació en Aragón, (es catalán de barretina negra, barret, beret, boina, que es funda mental para él) es ya aragonés por elección (JA JA, serás idiota Carmenchu, y yo soy suizo por elección). Considerado uno de los mas relevantes estudiosos de la romanística, él reconoce no obstante ser un germanista convencido, Dürrenmatt, Brecht, Schiller, Härling, Lukács, Freud, Toller, Bilius forman el repertorio de autores que ha sabido interpretar en sus traducciones como solo puede hacerlo quien aprehende una lengua con la cultura que en ella queda engarzada.

EL mocé de la izquierda es Arturico Quintanilla y Fuente, la risa de la gente. 
El de la derecha, de Valdeltormo, La Vall, el catalanista ascumita Carlos, o Carles Sancho Meix, del IET, Instituto de estudios turolenses.  



Pasión y erudición (JUA JUA JUA, me pixaré de rissa) concurren en su afán por comprender el mundo rural. Artur Quintana es un urbanita nacido en Barcelona (Barchinona). La traducción de John Millington Synge The Aran Islands le ayuda a penetrar en una cultura que se extingue y que él tuvo la suerte de conocer aún en La Codoñera estudiando su habla (lo chapurriau). Ese interés por la cultura tradicional le va a permitir profundizar en el conocimiento de las lenguas minorizadas.

La Codoñera estudiando su habla (lo chapurriau)


http://www.visat.cat/literatura-universal-catala/esp/fragments/298/62/1/29/angles/john-millington-synge.html

Por su obra conocemos al que ha sido guía de la cultura aragonesa en ese campo, al pairo de veleidades y polémicas estériles y dedicado siempre a la reconstrucción de la verdad lingüística y filológica
Quintana cultiva la filología (como hizo antes que él Meyer Lübcke) como disciplina de integración de lengua y literatura, como demuestra su valiosa aportación al conocimiento fraseológico de la obra de Jesús Moncada. Sus estudios de las lenguas propias aragonesas con sus hablas correspondientes, aragonés, catalán JA JA JA y castellano (y el árabe, aljamía, imbécil?), constituyen un ejemplo encomiable de honestidad (como no ha robado textos a la gente) y coraje intelectual.

Als presentz, Pedro II, Aragón


Pero el patrimonio lingüístico aragonés no es objeto exclusivo de sus investigaciones, hay otros: el turco, con sus magistrales traducciones del poemario de Orhan Veli en colaboración con su esposa Sigrid Schmidt
(Arturo Quintana Font Abundio'dan daha aptal) el rumano Paul Celan o el occitano



Además se considera un discreto conocedor de las culturas islámicas, lo que le ha permitido hacer alguna incursión en el árabe hispánico. Artur Quintana utiliza con precisión los datos que maneja (manipula), los interpreta en su contexto y actualiza el resultado de sus investigaciones con rigor metodológico. Uno de los trabajos del que el autor se siente más orgulloso es el realizado con el término Xandra, un basquisme ribagorçá, un vasquismo incorporado a la romanía en homenaje al honorable lingüista Antoni Badia Margarit, donde se muestra paso a paso la degradación, por prejuicios etno --y sociolingüísticos, de una palabra tan noble como etxeandrea, "señora de la casa". Quintana merece con toda dignidad el apelativo de "señor de su casa", "señor de su tierra" y "señor de su patria (els paísos catalans)".

Esperamos todavía mucho de Artur Quintana. Las obras que pueda darnos en su madurez, incrementarán si duda las muchas que ya tiene para que se le reconozca una labor desinteresada a favor del bien común.

Filóloga, Técnica de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón.

http://revistas.iea.es/index.php/ALZ/article/view/313

martes, 1 de septiembre de 2020

La expansión de la lengua valenciana en Cataluña.

La expansión de la lengua valenciana en Cataluña.

Este verano, en una tórrida tarde en la Universidad de Barcelona, comprobé lo interesante que era el manuscrito Ms. 1010. Terminado hacia 1637, con caligrafía semejante a batallones de inquietas hormigas, trataba sobre la "lengua catalana materna". Ahora, ya en el Reino, he consultado los comentarios sobre el citado manuscrito en la "Historia de la Lìteratura Catalana", de D. Martí de Riquer, y algo no concuerda; la única cita referente a nosotros es para recordar que en los años del manuscrito estudiaban en Lleida más de "300 valencianos que hablaban y entendían, como es lógico, el catalán" (HLC, V, p. 430). Por supuesto que entendían el catalán y el latín, pero ¿hablaban catalán o valenciano?
El Ms. 1010 confirma que las lenguas habituales en Lleida fueron el catalán, el latín (círculo universitario) y el valenciano; conclusión que no sorprendería si la
inmersión no censurara originales.
La Universidad de Lleida fue autorizada en 1300 por Jaime II en un lugar a salvo de ataques costeros y de la peligrosa frontera castellana, aunque alejado de Valencia, Zaragoza y Barcelona.
El monarca nacido en Valencia concedió a Lleida el monopolio de los estudios universitarios de todos sus estados; hecho que explica la nutrida presencia de valencianos en la diminuta ciudad.
La tradición persistió incluso en el XVII, cuando el Estudio General de Valencia superaba a Lleida en prestigio y alumnado.
La Universidad reconocía a los valencianos múltiples inmunidades y por privilegio de Alfonso III (año 1428), elegían al rector independientemente de aragoneses y catalanes. Lérida vivía de su Universidad y, necesariamente un colectivo que oscilaba de 300 a 800 valencianos sobre una población que, por ejemplo en
1708 no superaba los 3.000 habitantes, tuvo que influir lingüísticamente a lo largo de los siglos, desde 1300 hasta 1705.
El avispado gerundense Onofre Pou se percató del negocio que supondría un diccionario en las tres lenguas habituales y, tras estudiar en Valencia, editó en 1575 un vocabulario valenciano-catalán-latín. Convertido en bestseller, sirvió de texto en la universidad catalana hasta el siglo XVIII, según reconoce la propia Enciclopedia Catalana.
Precisamente los que discuten en el Ms. 1010 sobre las lenguas maternas son dos ilerdenses ilustres: el canónigo Alexandro Ros y el catedrático Diego Cisteller. El primero advierte que si los sermones sólo se imparten en catalán no gustará a los extranjeros, incluso a los valencianos. Y añade que "en el Reyno de Valencia los más son bilingües, sin que se hagan estorbo en la pronunciación las dos lenguas valenciana y castellana" (Ms. 1010). A estas consideraciones (censuradas por Riquer, claro), se opone Cisteller, que convivía con valencianos en Lleida y disponía del Thesaurus de Pou para despejar dudas en los tres idiomas. En él, por ejemplo, se aclaraban incluso nimiedades como que el latín pastanaca o el catalán pastanaga equivalían al valenciano safanoria (f. 31 v). La copiosa información sobre léxico y ortografía del idioma valenciano (carchofa, pechines, picher, chic, eixida, otonyo, charrador, etc.) explicaría el éxito del trilingüe vocabulario en las universidades condales.
El constante trasiego valenciano por la ruta de Lleida se efectuaba lentamente, con frecuentes descansos y pernoctaciones en las mismas y poco pobladas aldeas
desde el medieval año 1300. Estudiantes y familiares, cultos y acomodados en relación a los aldeanos, eran modelo a imitar por su refinamiento e idioma. No es
ilógico, pues, que la cuña lingüística valenciana amenazara extenderse desde Lleida hacia la parte oriental de Cataluña, hecho denunciado en 1628 por el catalán Andreu Bosch ("Títols d'Honor', Perpinya, 1628).
La valencianización en la ruta valenciana llegó a un punto en que los predicadores regnícolas usaban el valenciano en sus sermones, no el catalán. El doctor Cisteller, desde Lleida, testificaba que "los padres Lorenzo San Juan, y Blanch (...) y otros apostólicos varones de la Compañía de Jesús son valencianos, y predican en valenciano en Cataluña" (Ms.1010).
Quien esto dice, recordémoslo, era catedrático de la Universidad de Lleida, y lo afirma en su "Memorial en defensa de la lengua catalana" (Ms. 1010) dirigido a
la Generalidad de Cataluña en 1636. Con él contestaba al también ilerdense Alexandro Ros, que opinaba: "Es fuerza estén retirados en Cataluña sus predicadores, porque rompidos (sic) en la lengua catalana, no han de ir si fueran cuerdos a Valencia, donde falta en el estilo o vicio en la pronunciación ofende grandemente". En otro párrafo del Memorial dirigido a la Generalidad, el letrado Cisteller deja claro que el idioma de los valencianos era independiente de cualquier otro peninsular al recordar que las leyes de Castilla "están en castellano; en Valencia, en valenciano; y en Cataluña, en catalán". Esto también lo censuran, científicamente, los inmersores.
Es lógico que, tras graduarse en Lleida, los universitarios que regresaban a Mallorca y Cataluña añoraran la clásica lengua de los valencianos; de ahí que los catalanes Pere Posa y Pere Bru publicaran en Barcelona en 1481 la "Historia de Alexandre" "en la present lengua valencìana". O que a Gregori Genovart, canónigo de Mallorca, agradeciera la edición del Blanquerna, "traduyt, corregit y estampat en llengua valenciana"; traduccìón efectuada de los manuscritos provenzales de Llull por el catalán Bonlabi en 1521.
La franja de influencia idiomática valenciana fue un tormento para Cataluña hasta 1862, cuando el astuto Milá i Fontanals inventó lo del dialecto catalán occidental.
Hoy, atrapada en el tarquín inmersor, la bisoña Universidad de Elche ya edita folletos en puro catalán.
Articulo publicado en "Las Provincias" 11 de Septiembre de 1997.